inmóvil donas al aire tu piel impermeable.
pero igualmente llueve
sobre el patio
sobre los gatos
sobre los charcos ahora cuencos de leche.
Llueve de ausencia de tus lágrimas,
llueve
sobre los tejados,
los vértices
y los caños sin cuentos ni osos
que pudieran en otro tiempo
restarle a la noche un insomnio.
inmóvil recogida en un ombligo,
deshaces el azucarillo en el té, te calientas las manos.
observas las orillas donde se acumula el agua
volcada por todo el invierno que tú eres.
Violento inmovilismo
capaz de redondear piedras,
sacrificar peces.
Llueve y quizás no recuerdes
el día en que te saqué a bailar
y llevabas por vestido la primavera
ahora caen junto a las gotas
reminiscencias de ese trazo
descuidado de tus pies,
del rastro de tu olor
golpeando las espaldas de la gente.
móvil de grullas que giran en círculos
me sube a la garganta una verdad
tu boca era de tierra
la mía un brote
pero desahucias las flores, las carícias, los vaivenes
y en el suelo solo quedan los rasguños
de haber arrastrado nuestros sueños como muebles.