Como un péndulo
que vuelve siempre al punto exacto, cargado del peso del aire. Llego de nuevo a
la ciudad que vio mi primer llanto, mis pies arrugados y en almíbar bajo la
sabanita blanca. Regreso después de tanto color sangrando en las fachadas, después
de tanto dolor de lavanda antes de ser violeta. País, región etérea que me
hastía y me repugna, fascinante descontrol que me hipnotiza. Baba de crisálida antes de ser mariposa, polvo
del desierto antes de ser cometa.
He enloquecido y mis ojos centellean en
aquellas estrellas sabiéndose nativos de este cielo.
Vengo aquí desde
otro mundo, no para caer en lo mismo. Quiero salvarnos de esta vejez
astilladora de almas, de este dejavú circular en el que te quiero y tú te dejas querer.
Traigo savia
nueva, así que voy a ir apagándote las caricias.
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