Ya no soporto
esta intermitencia.
Me voy solo para
creer que tengo un sitio al que llegar, que tiene sentido cualquier verbo que
implique moverme de mí. Pero idiota, a dónde voy, cómo se huye. Sé de memoria
los pliegues de mi cama a las dos de la madrugada. El sonido que hace el camión
del reciclaje cuando se sacude los cristales.
El vacío que queda, solamente se
puede nombrar. Nada más.
Esta soledad de mí
conmigo es devastadora. Cuál es el plan de fuga si la cárcel soy siempre yo. Si nunca es suficiente. Si ya es tarde hasta
para pronunciar “ya es tarde”. Qué paredes remedan qué oscuridades. Qué
silencio mío salvará todas las palabras que no supe escribir. Y de qué sirve.
Al final queda la noche.
Ojalá no tuviera
que decir yo, nunca, ya.
Pero incluso en
las palabras hallo intermitencia.
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