viernes, 24 de octubre de 2014



Ya no soporto esta intermitencia.
Me voy solo para creer que tengo un sitio al que llegar, que tiene sentido cualquier verbo que implique moverme de mí. Pero idiota, a dónde voy, cómo se huye. Sé de memoria los pliegues de mi cama a las dos de la madrugada. El sonido que hace el camión del reciclaje cuando se sacude los cristales. 
El vacío que queda, solamente se puede nombrar. Nada más.
Esta soledad de mí conmigo es devastadora. Cuál es el plan de fuga si la cárcel soy siempre yo.  Si nunca es suficiente. Si ya es tarde hasta para pronunciar “ya es tarde”. Qué paredes remedan qué oscuridades. Qué silencio mío salvará todas las palabras que no supe escribir. Y de qué sirve. Al final queda la noche. 

Ojalá no tuviera que decir yo, nunca, ya.
Pero incluso en las palabras hallo intermitencia.

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