domingo, 31 de marzo de 2013



Las raíces esconden alacranes y tarántulas
Levantan el cemento
Obvio
Los árboles tienen cosquillas
quieren echar a andar
Volver a casa.
Suben y destrozan las entradas del garaje
bordean con sus dedos secos
la orilla por donde la luz es madre
pero ay de la luz
revoloteadora de vida
qué poco le dura al hombre
en las manos.


hay un niño en la sombra del Taj Mahal
que vende zapatos y va descalzo
ha aprendido antes que yo
a llevar su luz siempre consigo. 

martes, 19 de marzo de 2013


Está tan sola la noche que debo llenarla. Pero cuando callo un largo tiempo me duele la voz y se me van las ganas de hablar. Ya nunca estás y las palabras fracasan si deben procrear desde tu nada. Desde tu nada descreo de la poesía ya. Alimento mi mal genio con esta suerte de texto en el que imagino te quedas como un pajarillo en su reposo de tres minutos. Si todo fuera mar o un silencio inmenso, dónde te podrías posar, estúpido pajarillo. Te alcanzan los peces. Eres un pájaro mojado en la barriga de un pez. Tan libre que resultaste y mírate, otra vez en el exilio.
 No creo en la poesía, lo dije y lo digo. No creo en ti. Eso me pasa por abrir la boca. Debo crear para parecer que existo. Existo pero no pienso. No quiero pensar más solo para que se vacíe la noche, ahora medio llena en mi afán positivista.
Seguro has olvidado esta ciudad, y sin embargo, ella genera controversias de tenerte desafiando a la lógica y a la física. Eres los cuerpos ajenos que cruzan la Gran Vía. Los discos que suenan en las heladerías. Ayer un niño me regaló una flor de asfalto, de esas que son más hoja que flor. Pero de igual modo yo me sentí vivir. Algún niño te regalará flores pronto, no temas, sé que no has olvidado la ternura.
Por lo demás, aquí todo sigue igual, todo estará igual cuando regreses aunque a ti te parecerá más pequeño. Siempre ocurre. Sé que eres feliz pero me llamas. Escucho mi nombre en tu boca, lo siento en mis párpados antes de que empiece el día. Te escucho nítidamente, por ese motivo no he abandonado ya este teclado y he mandado al carajo a estos dedos que no escriben más que bobadas. Te quiero con la más absoluta de las prescindencias pero mucho más que a todos mis imprescindibles. 

Valente





Hay una leve luz caída
entre las hojas de la tarde.
                                               Dame
tu mano y cruza
de puntillas conmigo
para nunca pisarla,
para no arder tan tenue
en sus dormidas brasas
y consumirte lenta
en el perfil del aire.

lunes, 11 de marzo de 2013

Principio de Oquedad.


El último silencio
te decía
El infinitísimo silencio
 tenía
tu voz antes de irse.
Ahora vivo en un mundo
de cosas que callan contigo
en un lugar de acontecimientos indecibles.
Soy los ruidos sin nombre
las afonías de los muebles,
las cañerías que gotean y asustan
y dan sentido a la noche.
La que se mira en el espejo y no te encuentra
la que en el hueco ensaya tu ausencia
como si pudieras oírme 
muda, recién yo
persisto en esta ingenua flexibilidad de la luz
efecto de hondura en mis palabras
que ya no ruedan en la hierba como antes
porque te has ido y el silencio no sabe a que atenerse. 

(tachado)
Como si un eco de mí resistiera 
en la memoria de tu piel
letra a letra.
Y no. Y no. Y basta.
El cielo nimio del recuerdo
Guarda, además de ti, lo que ya no vuelve.  



jueves, 7 de marzo de 2013


se poetiza el papel pintado
se astilla la noche
se ironiza sobre la muerte
se congela el semen
se hacen llaves
quién es este se que se escabulle
oropel de excusas
que no nos conducen más que a nadie.
todo sea
dicho de paso
para no tener que decir YO

Me incluyo
me bajo del carrusel de ternuras
Me despersonalizo
también tengo miedo
me persiguen verbos copulativos
pájaros que copulan y traen más pájaros
quise ser uno
qué repugnante sonido de aleteo
qué miedo de pájaros

Se acerca el pedestre invasor.

martes, 5 de marzo de 2013


Apoya tus disculpas en la noche y llora.
Que este miedo inspire un garabato y vuelve.
No tengo el antídoto, no vengas a mí suplicante.
Todo lo que te atormenta
Nace en ti y a ti regresa.
Reinventa otra excusa para dolernos.
No metas a Orfeón en esto.
Sucia, egoísta, mitómana, ninfómana, toxicómana
Ni siquiera recuerdas a qué huele la lluvia
A perro mojado, a tierra.
A escupitajo, a lágrima, a trapo.
No te responsabilices jamás de mis obsesiones.
Escribe automáticamente sobre la muerte
creada para tu deleite, exactamente como quisiste.
Tira la piedra de la locura más blanca
Y esconde esa mano negra
que me da de comer para que la muerda.
Esa mano dijo una vez NO
A la madre, al tiempo, a las palabras
Y me hundió a mí en la tristeza más rotunda.
Yo que siempre tuve madre y tiempo y palabras.



lunes, 4 de marzo de 2013


Me gusta esta ciudad por qué se hace pequeña cuando llueve. Qué verdad más sencilla. Alguien me la dijo mientras alargaba un cigarro en la tarde. Después vino a sus mejillas el rubor propio de quien lanza al aire una receta tan simple (puede que siempre enrojezcan los mismos al decir la verdad: los semáforos, los niños, los borrachos, los insensatos. Todos menos tú). 
- Seguro que piensas que es una locura - decía y la ceniza no cesaba en su empeño de equilibrista y le iba creciendo al borde del cenicero como una pestaña. Entonces sonreí. Pensaba que nadie más se había dado cuenta. No fumé aquella tarde ni nunca pero hubiera deseado tener una gran boca de humo en mi cuerpo todo hecho de mentiras. 
Puede que esta ciudad sea tan tuya por qué asimilas de la misma manera la lluvia y al decir la verdad o al omitirla te vuelves naranja. No sabes cuánto me horroriza que no sea solo don Quijote quien tenga crédito para enloquecer por el tiempo. Que llegues y te duela el frío más que a nadie o que la lluvia te perfile y anaranje como a una calle. Me da miedo la vigencia de la teoría de los humores. Que el invierno te convierta en reductible. 
- ¿Y mi sol?- Chillas y te encoges. 
- ¿Y el placer de vivir en un mundo de cosas que resbalan? 
(Odias que conteste siempre con otra pregunta. Te vuelves todavía más naranja)