lunes, 20 de mayo de 2013


Se convoca reunión de vecinos
Gira el pomo, otra vez llueve.
La mujer se cubre la cabeza con un plástico
La mujer tiene un anillo de oro
En el dedo que sujeta la bolsa de las verduras.
El hombre se sacude de gotas la minga
Los neumáticos se sacuden de gotas las juntas
Tú juntas los dedos, te crujes los huesos
El niño pega una patada a un pájaro
El pájaro no volverá a volar
El niño se ríe y se come una galleta
La muchacha llora porque el muchacho se ha ido
El muchacho es un capullo
Muchacha pasa del muchacho, jamás te quiso y eso se nota
Tú estiras los brazos, te cubres con la manta hasta los ojos
Te aterran las películas de miedo y los domingos.
Estás bonita despeinada y queriéndome un poco.
La planta se altera por el viento y no da más pétalos
Está cansada, mojada, triste
Como yo
Que no crezco y me encorvo hacia la tierra
Me contradigo, me reivindico
Se me ocurre mirar al cielo
Y el verano no viene
No quiere vernos las piernas. 

sábado, 11 de mayo de 2013


Figúrate qué bello
Verte irrevocable estar viviendo.
Coges el plato y lo dejas en el fregadero
Cruzas las piernas,
Te lavas siempre más las paletas que el resto
Escoges un collar que hace un ligero ruido
Colocas la ropa en la silla
Como un acto cosmogónico a la noche.
Bailas con las palmas abiertas,
disientes y giras tenue el cuello
Te das al mundo y no te mira
Y ya ves de qué parte del mundo vengo.
Nadie se da cuenta
Es todo tan ínfimo
Tan pequeño como para colgar de una oreja
Un brillito en la pata de un gato, un desliz milimétrico.
A veces se me ocurre
que ya casi eres más un personaje literario 
que alguien al que quise.
Otras veces te arrastro mentalmente
de este hilo silencioso 
que une como dos mitades exactas
mi palabra con mi propia vida. 

Ay no me resulta extraño
quererte
Por muy escarmentada que esté
Mi lengua de decirte.
Ni me parece descabellado
Que tú haga años que no me quieras
Que yo a cambio
te haga con mi cuerpo un poema
un ramillete de flores pequeñas
que tú pisas sin darte apenas cuenta
cuando corres al encuentro de quién eras.

viernes, 10 de mayo de 2013


Regresemos a ese lugar en el que nunca estuvimos. Solo para que la memoria se acostumbre y nos recuerde comprando palomitas en Portal de l’Àngel o haciendo pompas de jabón al borde de algún río. No pienso volver a mi niñez, a ti. Me parece demasiado temprano y me he dormido y voy descalza con mis pies oníricos a remojarme en algún charco seco. Te he soñado tanto que es imposible que no te despiertes a este lado de las cosas. A este lado en el que solo fumo cuando pinto con rodillo las paredes de tus piernas color malva. No quiero ser más un ser lógico, abro la boca de puro aburrimiento.
No quiero cinco minutos más para combinar la ropa, tres para elegir en el menú el primer plato que más le pegue a este salmón.
Ya está bien de pataletas y corbatas. De teorías solemnes sobre quién soy y como puedo llegar a mí haciendo un círculo en el suelo con otros perdidos salvables. No me salves ni te salves, ¿ No lo entiendes?

Me dan igual los orígenes del mundo, cómo se elevan los aviones o llegan mis letras a tus ojos a través de cien millones de cables invisibles. Todo lo que me liga a la vida no tiene explicación. ¿ Para qué? Deja que fume y te siga pintando tus patitas de alambre. 

sábado, 4 de mayo de 2013



Me escandaliza esta intromisión. Este espacio que tanteo a ciegas dentro de ti. Ha vuelto a llover. He vuelto a hacer la noche como quisiste. Las persianas de madera se desconchan ante el ataque lacrimógeno del cielo. Silba la cafetera. Desordeno mis papelitos para encontrar tu letra menuda. Para seguir tu garabato en el tiempo.

Sigo envejeciendo y este dolor nadie lo purga. Sigue afuera el ritual de paraguas y asco. Odio a los hombres que escupen cuando llueve. Y a las señoras mayores que odian su vida y dan codazos. Pronto seré una señora mayor que de codazos. Un hombre que escupa cuando llueve. Mientras sirvo la leche, la disuelvo en ese líquido marrón tan absoluto. Hoy he decidido odiarte. No me haces bien, ya no te quiero. Quizás no pueda jamás dejar de quererte. Por eso hago la noche y junto frases inconexas. Por eso chupo la cucharilla y la dejo en el plato. Qué podría perder si te olvidara. Si este contrato invisible que hice contigo, Lucía o Lucifer, no fuera para tanto. Qué pasaría si este lapso concreto de desunión fuera un infinito mar de repeticiones. Y si. Y si. Y si. Voy a apagar la luz. Harás bien en apagarte con ella. Ahora duérmete en mi pecho hasta que te olvide. Cierra los ojos para que deje de soñarte. 

Octavio Paz.


El poema prepara un orden amoroso. Preveo un hombre-sol y una mujer-luna, el uno libre de su poder, la otra libre de su esclavitud, y amores implacables rayando el espacio negro. Todo ha de ceder a esas águilas incandescentes.
Por las almenas de tu frente el canto alborea. La justicia poética incendia campos de oprobio: no hay sitio para la nostalgia, el yo, el nombre propio.
Todo poema se cumple a expensas del poeta.
Mediodía futuro, árbol inmenso de follaje invisible. En las plazas cantan los hombres y las mujeres el canto solar, surtidor de transparencias. Me cubre la marejada amarilla: nada mío ha de hablar por mi boca.
Cuando la Historia duerme, habla en sueños: en la frente del pueblo dormido el poema es una constelación de sangre. Cuando la Historia despierta, la imagen se hace acto, acontece el poema: la poesía entra en acción.
Merece lo que sueñas.
Te prometo el olvido más pesado.
La indiferencia más tenaz.

miércoles, 1 de mayo de 2013


La noche no pide perdón
 me quiere en su garganta
para llorar adentro
sin que se vea.
Me hila los ojos
Será mejor que me apague la boca
O que la llene hasta arriba de pececillos rojos.
Que la llene hasta decir basta
Y escupa los peces
Y te escupa a ti
Con ese desprecio
que solo sabe mi palabra acuática
cuando se junta con la noche
casi tanto como tú obstinada.