sábado, 11 de mayo de 2013


Figúrate qué bello
Verte irrevocable estar viviendo.
Coges el plato y lo dejas en el fregadero
Cruzas las piernas,
Te lavas siempre más las paletas que el resto
Escoges un collar que hace un ligero ruido
Colocas la ropa en la silla
Como un acto cosmogónico a la noche.
Bailas con las palmas abiertas,
disientes y giras tenue el cuello
Te das al mundo y no te mira
Y ya ves de qué parte del mundo vengo.
Nadie se da cuenta
Es todo tan ínfimo
Tan pequeño como para colgar de una oreja
Un brillito en la pata de un gato, un desliz milimétrico.
A veces se me ocurre
que ya casi eres más un personaje literario 
que alguien al que quise.
Otras veces te arrastro mentalmente
de este hilo silencioso 
que une como dos mitades exactas
mi palabra con mi propia vida. 

Ay no me resulta extraño
quererte
Por muy escarmentada que esté
Mi lengua de decirte.
Ni me parece descabellado
Que tú haga años que no me quieras
Que yo a cambio
te haga con mi cuerpo un poema
un ramillete de flores pequeñas
que tú pisas sin darte apenas cuenta
cuando corres al encuentro de quién eras.

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