Cae la noche,
blanda nieve virgen,
sobre la corpórea dimensión
pre-lunar de tu espalda.
Fugan los astros epidérmicos
en ese cielo tuyo
donde pones el grito.
Luego, dictas verdes misterios,
perdona, quizás sean marrones
en este espacio de tela blanca
no cabe otra luz.
Respondo a tus enigmas con las uñas
Vibrándote arañazos de colores.
Cae la noche
y me veo nacer
en el aire que entrecortas,
y recolecto para ti
con los dedos el ocaso
dejándolo caer sobre tus muslos.
Ahora soy yo la noche,
ahora soy yo la boca tuya
la que tienes tras la boca
que me llama.
Y no podemos eludir
el garabato mutuo
el tachón mojado que nos configura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario