Todo lo que usted una vez quiso saber sobre el amor, todo lo
que usted...sí usted, todo lo que usted quiso. En aquel tiempo fui una
prolongación amputada de usted. En aquel tiempo mis manos no acababan en
preciosas curvas, eran, más bien, pequeños picos de pájaro que sabían salir
entrecortadamente de la jaula que los apresaba, manos que abrían la boca para
que pusiera en ella los gusanos de seda que quería ver hechos mariposa. Y es
que todo lo tenía para usted, todo podía disolverse en ese placer mórbido que
nos goteaba la espalda. Todo era usted al otro lado del cristal y yo que para
usted fui tantas veces lluvia. Todo era un cucurucho enorme de posibles con virutas
que lamíamos en los límites del tiempo. Todo era todo y mucho más que eso.
Ese amor que supo usted a través de mí, se acaba. Ese
diminuto amor infinitamente inacabable. Entonces quizás se vuelque en alguna
circunstancia y nos permita vernos, de lejos, pero vernos, de nuevo pero
sernos.
Ya no pienso en
usted, pero ¿y si pienso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario