viernes, 21 de junio de 2013

Todo lo que usted una vez quiso saber sobre el amor, todo lo que usted...sí usted, todo lo que usted quiso. En aquel tiempo fui una prolongación amputada de usted. En aquel tiempo mis manos no acababan en preciosas curvas, eran, más bien, pequeños picos de pájaro que sabían salir entrecortadamente de la jaula que los apresaba, manos que abrían la boca para que pusiera en ella los gusanos de seda que quería ver hechos mariposa. Y es que todo lo tenía para usted, todo podía disolverse en ese placer mórbido que nos goteaba la espalda. Todo era usted al otro lado del cristal y yo que para usted fui tantas veces lluvia. Todo era un cucurucho enorme de posibles con virutas que lamíamos en los límites del tiempo. Todo era todo y mucho más que eso.
Ese amor que supo usted a través de mí, se acaba. Ese diminuto amor infinitamente inacabable. Entonces quizás se vuelque en alguna circunstancia y nos permita vernos, de lejos, pero vernos, de nuevo pero sernos.


 Ya no pienso en usted, pero ¿y si pienso?

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