martes, 27 de noviembre de 2012


Como mínimo este frío polar
 mide de punta a punta un invierno.
Larguirucho que amarillea las uñas y la ropa
que nos hace creer esta unánime falacia
de que somos, solos,
mucho más que dos mitades.
 Dime, ahora yo,
con qué cara pido que se restaure
 aquella pequeña lumbre
que entrelazaba dedos
 cuando la flor era el lirio,
 y el poema un delirio de pétalos muy juntos.
Ahora quién va a negociar
El desequilibrio de las horas
O esa tierna insolencia
que pretendía el equilibrio de las hojas
al filo de la noche de un árbol.
Con que cara pido yo
Que la soledad no nos engañe
Si ahora le da el meñique a otra soledad
Y entonces tuercen juntas la calle
Hablan, qué sé yo, de heroicidades
Sin atreverse a jugar al cíclope
por si adivinan que en realidad
no hay nadie que las acompañe 
se sienten estafadas
y no nos dejan más estar así de solos
y tenemos que hacer ver que no es tan tarde.

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