miércoles, 28 de marzo de 2012
qué picardía
vivir en el filo
en el margen de un hombro
en la deshora
en el espacio
entre dos monotonías
soñar a contraluz los sueños
matizables incluso
cuando se pasean desnudos
por el mundo tangible
en el que vivimos gravemente
como un potente tenor
retumbando catedrales.
Nuestra fotosíntesis
sobrevive de los errores pasados
de los tics insoportables
que de ti soportaría
tan solo alguna eternidad
Pero y si
es más sencillo
y nos reconfortara
encontrar gracioso
tener la boca demasiado llena de canela
fijarse en un cartel que caducó hace dos años
o en la manera de plegar las manos la cajera
al devolver el cambio
entonces volcaríamos el cielo
para estirarnos sobre el césped
y no sería solo césped
también posibles y constelaciones
pequeño paraíso
suave confort de estrellas
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