viernes, 16 de marzo de 2012

setecientos treinta menos R.

Para guardarte en la memoria
como un himno de cinco letras
no preciso el egoísmo de los tristes
que cubren sus recuerdos
con pequeñas muestras de los mares del ojo
Me basta con un pequeño ritual
que empieza como diría Oliverio
con mi crucifixión al abrir
de par en par la ventana.
Pegados al cristal
inflaban sueños
golosas palometas,  horizontes, azahares,
tu fantasma descarado de ojos grises
las luces de la ciudad
como un gigantesco altar
coronado por mil quinientas peticiones
 y cuarenta ofrendas incendiarias
que entran ahora sí
para que venga a mí
tu nombre.
Lo repito en voz alta
como un solemne ronroneo
que cruza mi cuarto en calcetines
y se acomoda en mi falda
y no me hacen falta respuestas
creo que puedo desclavar reminiscencias
cerrar la ventana.

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