martes, 7 de febrero de 2012


"Julio Cortázar contaba a menudo aquella vez, de niño, que se despertó sobresaltado. Lo había sacado del sueño, abruptamente, un sonido afilado. Extraño y desconocido.
Lloraba y su madre se acercó hasta su cama. "Es un gallo", le dijo. "No te asustés". Y el pequeño Cortázar -los ojos de un azul casi líquido- siguió llorando, desconsolado, porque no sabía lo que era un gallo, y el nombre le resultó mucho más amenazante que su canto."

No hay comentarios:

Publicar un comentario