viernes, 27 de abril de 2012
Ojalá no tuviera que fingir que no te quiero. No tendría que estar obligada a asumir que las calles son la distancia entre las casas, la separación discontinua de dos rieles civiles pisados por infinitos centinelas neumáticos. Ojalá no tuviera que fingir que no te quiero. No tendría que conformarme con el “cómo huele a colonia” sustituto del real “te huele el pelo a bizcocho”. No pasaría inadvertido ese circulito blanco que temblequea en tu pupila. No hablaría tanto de poesía, porque tenerte es un ideal más elevado que cualquier palabra en vertical. Entonces hablaría de ti y cómo le sientas a las calles que serían segurísimo amalgamas de susurros, pequeños brotes de piel con zapatos. Ojalá no tuviera que fingir que no te quiero. Fijaría mi mirada en la luz roja del semáforo y no recordaría el rojo de tus labios y como los vuelcas para que te beba la boca de otro. Serían míos pero no te lo diría nunca, jamás pronunciaría posesivos ni mitades. Ojalá no tuviera que fingir que no te quiero. Las flores no serían el pueril invento de la lluvia para cubrir de colores estas grises visiones mías de un mundo antes del cine y las palomitas, antes de que ningún hombre hiciera preguntas a ningún dios.
martes, 24 de abril de 2012
El río ( fragmento), Julio Cortázar
Y sí, parece que es así, que te has ido diciendo no sé qué cosa, que te ibas a tirar al Sena, algo por el estilo, una de esas frases de plena noche, mezcladas de sábana y boca pastosa, casi siempre en la oscuridad o con algo de mano o de pie rozando el cuerpo del que apenas escucha, porque hace tanto que apenas te escucho cuando dices cosas así, eso viene del otro lado de mis ojos cerrados, del sueño que otra vez me tira hacia abajo. Entonces está bien, qué me importa si te has ido, si te has ahogado o todavía andas por los muelles mirando el agua, y además no es cierto porque estás aquí dormida y respirando entrecortadamente, pero entonces no te has ido cuando te fuiste en algún momento de la noche antes de que yo me perdiera en el sueño, porque te habías ido diciendo alguna cosa, que te ibas a ahogar en el Sena, o sea que has tenido miedo, has renunciado y de golpe estás ahí casi tocándome, y te mueves ondulando como si algo trabajara suavemente en tu sueño, como si de verdad soñaras que has salido y que después de todo llegaste a los muelles y te tiraste al agua. (...)
domingo, 22 de abril de 2012
Perdona este jardín
Mira hay algo tuyo escondido en mis raíces. No sé cuan
arbitrario es este gesto de levantar un jersey de una silla o de un pupitre y
encontrar una hojita con tu letra menuda de oes regordetas y de íes con puntos
circulares por sombrero o este de abrir una caja que aun tiene tu tacto y
hallar una fotografía donde salimos borrosas porque mi mano tiembla cuando nos
da por reír. Perdona que lo diga así pero es una putada. Incluso si creara mi
propia Bebelplatz y me diera por quemar
tus recuerdos hechos pequeños recortes donde hay apuntadas una película que
juro entre dientes no perderme o una canción que se parece a mi y entonces tú
la deletreas para que me apunte su nombre porque mi inglés es aun algo
rupestre. Es una putada…Incluso si
recogiera en mi palma infinita los objetos que me regalaste pensando que me
dabas un trocito del mundo, y así lo hiciste;
tus velas con olores comestibles, los cabellos que se quedan enredados
en el casco de mi motocicleta y los dejara olvidados en un rincón oscuro o en
el centro de una llama. Incluso si me diera por desandar la locura y me
condenara al cuerdo olvido, a la ciencia exacta de la desmemoria donde no
existes ni tú ni las circunstancias que nos hacen acercarnos aunque esté
prohibido. Aun así habría algo de ti en mí, un hilo mal enhebrado en mi piel que
acabaría por pellizcar y comenzaría de nuevo, seguramente con algo sencillo
como la visión de esa muchacha que sorbe el té y luego se ríe con una risilla
similar a la tuya, como una tímida margarita asomada a un ramo de violetas o una lágrima que deja
un terrible rastro de sal en mi teclado. Qué putada el amor irreversible.
miércoles, 18 de abril de 2012
Por pedir que no quede: quisiera no sentir rabia.
A ti te lo diré bajito pues esta rabia como de lluvia londinense que va calando los huesos, el pull over, no te despertará de tu letargo. Si bien es cierto, debería agachar la cabeza, meterla en un caparazón duro hasta que asome el verano. No se trata de esa rabia de gafas en la punta de la nariz, esa rabia obtusa por la pérdida de una empresa, la bola de pelo en el estómago por una catástrofe o por el hambre en el mundo. No se trata de un torrente de noticias que afectan a mi país de ningún modo, ya juré en no sé que sueño no tener jamás patria. Son pequeñas cosas que acaban con mi puño breve cerrado en un ramillete de dedos o con la punta de mi pie golpeando algun desafortunado mueble mal aparcado. Pequeñas cosas como un neumático burlón escupecharcos,, un dolor de sién occidental, un partido de fútbol en el que mi equipo para perder la costumbre no gana, un jarroncito afilado con dos flores silvetres cuyo destino es tu estancia y cuyo remite no soy yo.
A ti te lo diré bajito pues esta rabia como de lluvia londinense que va calando los huesos, el pull over, no te despertará de tu letargo. Si bien es cierto, debería agachar la cabeza, meterla en un caparazón duro hasta que asome el verano. No se trata de esa rabia de gafas en la punta de la nariz, esa rabia obtusa por la pérdida de una empresa, la bola de pelo en el estómago por una catástrofe o por el hambre en el mundo. No se trata de un torrente de noticias que afectan a mi país de ningún modo, ya juré en no sé que sueño no tener jamás patria. Son pequeñas cosas que acaban con mi puño breve cerrado en un ramillete de dedos o con la punta de mi pie golpeando algun desafortunado mueble mal aparcado. Pequeñas cosas como un neumático burlón escupecharcos,, un dolor de sién occidental, un partido de fútbol en el que mi equipo para perder la costumbre no gana, un jarroncito afilado con dos flores silvetres cuyo destino es tu estancia y cuyo remite no soy yo.
martes, 17 de abril de 2012
viernes, 13 de abril de 2012
Federico G.Lorca
...Quiero llorar porque me da la gana
como lloran los niños del último banco,
porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que ronda las cosas del otro lado...
como lloran los niños del último banco,
porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que ronda las cosas del otro lado...
jueves, 12 de abril de 2012
Me he dejado convencer por las sombras
Dialogantes sobre el parquet
De tu cuerpo que se escapa al palmo sin cortina del vestidor
De tus manos que recolocan tu cabello con un pliegue.
No es difícil atolondrarse así
Por tus palabras danzarinas de dientes
que se proyectan gracias al toque sutil
de tu zapatito húmedo y rojo
hecho de pequeños retales
de saliva, papilas y besos.
Qué me quedará
Para cuando mi orgullo
Asuma que me eres necesaria
Para cuando lo grite
Largamente en corredores con un final de espejo
Para poder sentirme ajena
En esos reflejos múltiples
de una realidad ( óyeme: jamás la verdadera)
Esta en la que amarte es un privilegio
reservado solo a los que no aman
Donde quedaré
cuando te marches dejando tras de ti
un óvalo en el estómago de las mariposas
un vacío donde iba una risilla inconclusa
un rastro de mándalas en la piel del cielo
domingo, 8 de abril de 2012
mundos oníricos
Entro en ellos enrollada por la cintura en una tela de circo y ruedo por una hierba infinita justo por donde acaba de partirle las hojas el ocaso. Un mundo de cristales de luz que me sube por las yemas y digo basta, luego otro a una escala reducida donde intento gritar y una lengua de nieve me absorbe las vocales. Otro mundo sobre el que caminar descalza cosquilleándome la punta de los pies y otro más que asoma desde el fondo de la estancia ascendiendo en espirales concéntricas. Verdea al final de algún triunfo alado cuando el suelo tan solo es una sugerencia. Mi cuerpo sin huesos siente una lluvia insondable, una caricia de plata líquida y me entra por los ojos un labio carnoso mordido por tres o cuatro dientes (juraría que es el tuyo). Entonces pienso que me añoras aunque quizás en una dimensión errónea, seguramente jamás existió el mordisco. Mis visiones cambian y desconozco aquello que digo en voz alta y lo que he sentido en piel muy baja, a contra piel, serpenteando por el vello de mis brazos. Todo fluctúa como cuando estamos cuerdas, todo es un bajo relieve de pequeñas cosas que se alteran como gotas en un cristal que vibra, irreprimibles y hermosas aunque tenga miedo.
El elemento inalterable en todo mundo eres tú y eso estoy segura que lo grito en todas las dimensiones, acentuando la dental del tú para después (cinco segundos en el mundo de ahora, 5 minutos en mi orbe azul) abrazarme a tu cuerpo que se estremece y gira como los mil mundos que reduzco a una visión brillante, a palabras que se tambalean mecánicas y chocolateadas, palabras que nos resumen en un siempre. Qué irónica la locura cuando mi pupila agrandada te imagina mía.
miércoles, 4 de abril de 2012
Es curioso el tiempo y lo obsesionados que estamos con él. Dos personas no están cuerdas del todo si en alguna de sus conversaciones no refieren el tiempo, su paso o su hermano meteorológico. En cualquier momento aparece como excusa entre dos soplidos a la sopa o en el mecanismo de plegar sábanas que coreografían esas mismas personas cuerdas sabiendo que no tienen nada más que contarse. Imagina cuan grave se vuelven las cosas si el tiempo es el causante de que se le moje el pelo a un cristo de madera.
Lo cierto es que no me preocupaba demasiado por los arbitrios del tiempo, hasta el momento mi única relación con ese soberano sabelotodo es aquella de verte pasar de niña a mujer en un par o tres de años y aquella de besarte bajo una cornisa que nos refugiaba del frágil aguacero de sentirnos vivir en un abril más claro. Jamás me supe cuerda; cambiaba de canal cada vez que el mapa de nuestra rica península se plagaba de dibujitos de soles y ondas y nada quería saber de los dolores óseos de las ancianas.
Esta mañana, sin embargo, he entendido que el tiempo es una cuartada perfecta. Qué decirte, igual me he descuidado las gafas de ver de lejos y entre borrones y cuentas nuevas, cristales empapados por el pincel de algún Pollock derrochador me ha parecido encontrarte. Sí, digamos que el tiempo es un pretexto para hallarte en cada paraguas de un color vivo que devuelve la lluvia a la lluvia, en cada bracito de nácar que redondea los principios inquebrantables del aire o en cada retal de flores de algún vestido que se mece delante de dos piernas.Reconozco que busco tu piel, entre pieles mojadas y lunares que se destiñen. Tú mi cómplice, el tiempo mi excusa.
T.S Eliot
(...)
Hubiera valido la pena, al fin de cuentas,
sí hubiera valido la pena,
después de los ocasos, las zaguanes, las callejuelas
salpicadas,
después de las novelas, de las tazas de té y de las faldas
por los pisos arrastradas.
¿Después de todo esto y algo más?
Me es imposible decir justamente lo que siento.
Mas cual linterna mágica que proyecta diseños de nervios
sobre la pantalla,
hubiera valido la pena, si al colocar un almohadón o
arrancar una bufanda,
volviendo la mirada a la ventana, una hubiese confesado:
«No. No fue esto lo que quise decir.
No lo fue. De ninguna manera».
domingo, 1 de abril de 2012
La tierra. Los pies que se hunden en el espacio mullido entre dos raíces. Pero no es preciso visitar el mundo de las ideas para sentir que pertenecemos al mundo de las cosas. Amo el mundo de las cosas. El de las rosas y espinas y no el de la idea de rosa perfecta. Al fin y al cabo todo se reduce a un domingo a las doce y veinte cuando se ha hecho demasiado tarde como para iniciarme en la lectura de un libro o cuando es demasiado temprano como para saldar cuentas con la noche.
La ventana abre su hocico de aluminio y me enseña como a una Gala cualquiera el rumor marinero de una ciudad casi dormida. Cuatro ruedas que giran, cuatro labios que se besan en el borde de una acera. Tejen los arácnidos nocturnos alambres sobre los que caerá la ropa, las sábanas de amantes imperfectos que brincan extasiados de deseo e imperfección.
¿Dónde está tu amor, Platón? No existe.
La mañana vendrá plagada de miserias, de árboles inclinados por un desaire del aire, de olor a mugre, de trozos de cristales de botellas que no trasportaron mensajes. Y yo amo al ojo por ser ojo, al azahar por ser azahar, a los cercos de luz sobre este fondo oscuro, al latir del corazón ámbar de un semáforo inexacto. Me importa un rábano que haya un reflejo más puro, un ser idóneo capaz de completar toda esta usura descarada de lo lleno. Amo toda esta nada que me dejas, el eco que reitera: la tierra. Los pies se hunden en el espacio mullido entre dos raíces...
Elogio de la madrastra. M.V.Llosa
" Nos han dejado sin secretos, mi amor. Esa soy yo, esclavo y amor, tu ofrenda. Abierta en canal como una tórtola por el cuchillo del amor. Rajada y latiendo, yo. Lenta masturbación, yo. Chorro de almíbar, yo. Dédalo y sensación, yo. Ovario mágico, semen, sangre y rocío del amanecer: yo. Esa es mi cara para ti, a la hora de los sentidos. Esa soy yo cuando, por ti, me saco la piel de diario y de días feriados. Esa será mi alma, tal vez. Tuya de ti. "
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