Mira hay algo tuyo escondido en mis raíces. No sé cuan
arbitrario es este gesto de levantar un jersey de una silla o de un pupitre y
encontrar una hojita con tu letra menuda de oes regordetas y de íes con puntos
circulares por sombrero o este de abrir una caja que aun tiene tu tacto y
hallar una fotografía donde salimos borrosas porque mi mano tiembla cuando nos
da por reír. Perdona que lo diga así pero es una putada. Incluso si creara mi
propia Bebelplatz y me diera por quemar
tus recuerdos hechos pequeños recortes donde hay apuntadas una película que
juro entre dientes no perderme o una canción que se parece a mi y entonces tú
la deletreas para que me apunte su nombre porque mi inglés es aun algo
rupestre. Es una putada…Incluso si
recogiera en mi palma infinita los objetos que me regalaste pensando que me
dabas un trocito del mundo, y así lo hiciste;
tus velas con olores comestibles, los cabellos que se quedan enredados
en el casco de mi motocicleta y los dejara olvidados en un rincón oscuro o en
el centro de una llama. Incluso si me diera por desandar la locura y me
condenara al cuerdo olvido, a la ciencia exacta de la desmemoria donde no
existes ni tú ni las circunstancias que nos hacen acercarnos aunque esté
prohibido. Aun así habría algo de ti en mí, un hilo mal enhebrado en mi piel que
acabaría por pellizcar y comenzaría de nuevo, seguramente con algo sencillo
como la visión de esa muchacha que sorbe el té y luego se ríe con una risilla
similar a la tuya, como una tímida margarita asomada a un ramo de violetas o una lágrima que deja
un terrible rastro de sal en mi teclado. Qué putada el amor irreversible.
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