domingo, 22 de abril de 2012

Perdona este jardín


Mira hay algo tuyo escondido en mis raíces. No sé cuan arbitrario es este gesto de levantar un jersey de una silla o de un pupitre y encontrar una hojita con tu letra menuda de oes regordetas y de íes con puntos circulares por sombrero o este de abrir una caja que aun tiene tu tacto y hallar una fotografía donde salimos borrosas porque mi mano tiembla cuando nos da por reír. Perdona que lo diga así pero es una putada. Incluso si creara mi propia Bebelplatz y  me diera por quemar tus recuerdos hechos pequeños recortes donde hay apuntadas una película que juro entre dientes no perderme o una canción que se parece a mi y entonces tú la deletreas para que me apunte su nombre porque mi inglés es aun algo rupestre.  Es una putada…Incluso si recogiera en mi palma infinita los objetos que me regalaste pensando que me dabas un trocito del mundo, y así lo hiciste;  tus velas con olores comestibles, los cabellos que se quedan enredados en el casco de mi motocicleta y los dejara olvidados en un rincón oscuro o en el centro de una llama. Incluso si me diera por desandar la locura y me condenara al cuerdo olvido, a la ciencia exacta de la desmemoria donde no existes ni tú ni las circunstancias que nos hacen acercarnos aunque esté prohibido. Aun así habría algo de ti en mí, un hilo mal enhebrado en mi piel que acabaría por pellizcar y comenzaría de nuevo, seguramente con algo sencillo como la visión de esa muchacha que sorbe el té y luego se ríe con una risilla similar a la tuya, como una tímida margarita asomada  a un ramo de violetas o una lágrima que deja un terrible rastro de sal en mi teclado. Qué putada el amor irreversible.

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