Vamos a convencernos de una vez
tú y yo:
la grieta que creamos ya no puede soldarse.
no hay ternura en la forma
con la que escondo el pelo tras una oreja
ni en la manera con la que jugueteas
con las pequeñas piedras que se desprenden del asfalto.
Vamos a comprender amor al fin
que esta infinita despedida es definitiva.
No por que haya un destino
(que lo hay y nos reclama)
ni una mano grande y misteriosa
capaz de condenarnos
a este ostracismo recíproco
donde añorar aun no está prohibido.
Nos marchamos
el uno del otro
la otra de la una
porque así lo han querido
todos los yoes que no son yo
todos los tues con los que nadie podría definirte.
Qué más da que yo me cambie el peinado
que tú te compres vestidos de flores
y zapatos rojos y un bikini a cuadros
O que venga el sol y nos mude la piel a mordiscos
( aunque el tacto siga intacto
en la memoria de nuestros dedos).
O que comamos sandía
a la orilla de una playa corriente
donde no estaremos esperándonos
aunque el horizonte sea una reminiscencia constante
de la línea que separa tu cuello de tu espalda.
Qué más da
si no eres tú ni yo soy yo
o quizás importe más que nada
esta cuerda invisible
que nos amarra por igual de la cintura.