domingo, 13 de enero de 2013

Pizarnik y Cortázar (ELLOS)


Toda la noche hago la noche.
Toda la noche me abandonas lentamente como el agua cae lentamente. Toda la noche escribo para buscar a quien me busca.


"No puedo dejar de nombrar a Alejandra Pizamik, porque Alejandra era la cultora de la noche. Una noche con Alejandra terminaba cuatro días después. Con ella hemos batido records de permanencia despiertos. Yo tenía toda la energía de la adolescencia y ella estaba despidiéndose de esta vida, porque ya no le interesaba el achanchamiento de la Argentina de ese momento. Yo creo que ella fue un crimen perfecto, como mucha belleza que ha muerto suicidada. Se dio que se tenía que morir o morir, porque no podía vivir más. Y la patria que encontró, su patria nocturna, era justamente el único momento en que estaba en paz, porque no se inmiscuían en su secreto mundo. Entonces las noches con ella pasaban tipo una semana de noche eterna que era más allá de la noche y del día, porque dormíamos de día, de noche vivíamos, Ella escribió el libro Las palabras y las noches, que habla también del peso de lo nocturno. Estábamos en su casa y decía: "Los viejos de arriba me molestan". Porque los vecinos de arriba iban y venían al baño y hacían ruido con los zapatos. Entonces decidimos asustarlos, atamos en dos palos de escoba un par de zapatos y caminábamos al revés por el techo, y a los tres minutos la mujer gritaba espantada: '¿Quién anda ahí?". Al final logramos librarnos del taconeo de los viejos. La noche era siempre eso: ella escribiendo, leyendo sus poemas...
Las noches duraban los días que te permitía tu energía. Todo ese mundo quedó en su obra, porque cuando Alejandra escribía se volvía parte del poema. Había que verla. Una noche llegó Olga Orozco, con una botella de Norton blanco. Alejandra dijo: "Te voy a presentar a la más grande poeta de la Argentina". La Orozco con su botella leía poemas como nadie y Alejandra se arrodillaba como una especie de novicia ante el relato."

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