domingo, 1 de diciembre de 2013

Si pudiera reventar. BOOM. Que alguien me hiciera un alunizaje, eso sería espectacular. Millones de microcristales de mi cuerpo hechos luz. Minúsculas moléculas de mí bajo los zapatos de los transeúntes, átomos de esa sentencia cárnica indiscutible esparcidos por la acera, dominados por el devenir del azar. 
 Entonces, quién sabe, quizás viajar como se viaja cuando te quedas dormido y de repente te despierta una película porno en el televisor o una balada que te recuerda el día de lluvia en el que alguien siguió triste después de las doce. 
O quizás perderlo todo y que solo queden ventanales grises y tubos de aire acondicionado y  ramajes boca arriba de árbol inconsciente. Y nosotros. 


Me pirra la idea.



domingo, 15 de septiembre de 2013

Eran las 00:33 minutos de un domingo fosforescente y digo “fosforescente” porque hay cuando llueve una luminiscencia química que parece acabar con el recuerdo disonante del verano. Ma non, no confundás, el verano es bello, lo es por varios motivos o uno solo. El verano es bello porque, principalmente, es vos en mi vida. De acuerdo, también es ese “supimos desde el primer día”, es vos y las veredas gris clarito, y las caracolas negras de las farolas del paseo, y las palomas que casi siempre son horribles menos cuando vuelan en las plazas y huele, precisamente porque es verano, a cáscara de pipa y plástico de globo. Después de pensar en la palabra fosforescente esto acaba. Y con "esto" me refiero a la picardía sobre los pareos, al recuerdo selectivo del estío que recién termina. Ahora me queda mirar desde aquí la lluvia y sentir al mundo todo hecho de papel, entonces porqué no estremecerse por ese “deshacer” tan oportuno y perdoná la bufonería pero quién pudiera algunas veces deshacerse con la lluvia.

En absoluto me disgusta que se marche el caradurismo del verano. Es bello sí pero septiembre llega con su habitual inocencia y nos permite restituir, al fin, lo verdadero. Septiembre es el renacimiento de los melancólicos. En septiembre el mar ya no es más que un poso de tristeza al que acudir con un perro o un buen libro. Y eso me gusta. En septiembre nos podemos permitir  los arrorós bajo las mantas, los pies fríos, la calceta, los cafés volcánicos, los documentales de gorilas y los lapiceros en tazas de chocolate.
Y si quiero no le escribo un final. Te girás, te llevás la manta, me acariciás el muslo derecho. Y ya no hay ventana, ni lluvia, ni septiembre. Solo el porqué protagonista de la belleza del verano. 



martes, 6 de agosto de 2013

Coleccionista de nebulosas.


La tarde dijo sí en el cielo y cayeron trocitos de cristal redondos en la orilla.
Una mano juntó piedras  planetarias y las puso en una caja de tabaco. Se esparcieron las piedras, los planetas, por aquel entonces cuando nadie sabía que la tarde hablara.  
Yo me recosté en el centro gravitatorio de los árboles, vi perder el control a la luna llena, asumí el silencio de las cosas y tomé el mando de la locura a aquel lado del mar.

Dónde estás quise saber y aun desconozco. 

viernes, 21 de junio de 2013

Todo lo que usted una vez quiso saber sobre el amor, todo lo que usted...sí usted, todo lo que usted quiso. En aquel tiempo fui una prolongación amputada de usted. En aquel tiempo mis manos no acababan en preciosas curvas, eran, más bien, pequeños picos de pájaro que sabían salir entrecortadamente de la jaula que los apresaba, manos que abrían la boca para que pusiera en ella los gusanos de seda que quería ver hechos mariposa. Y es que todo lo tenía para usted, todo podía disolverse en ese placer mórbido que nos goteaba la espalda. Todo era usted al otro lado del cristal y yo que para usted fui tantas veces lluvia. Todo era un cucurucho enorme de posibles con virutas que lamíamos en los límites del tiempo. Todo era todo y mucho más que eso.
Ese amor que supo usted a través de mí, se acaba. Ese diminuto amor infinitamente inacabable. Entonces quizás se vuelque en alguna circunstancia y nos permita vernos, de lejos, pero vernos, de nuevo pero sernos.


 Ya no pienso en usted, pero ¿y si pienso?

martes, 18 de junio de 2013

Nos han dictado mal las coordenadas.
Las paredes se ensanchan
parecen pupilas cerca de la luz,
vías de tren en el cenit de la tarde.  
Desde este vuelo neutro
desfallezco 
en ese espacio azul de ti.
Pero tu azul...¿Qué significa?
Quisiera buscarle alguna perla
Alguna alga marina
Un obsequio, tan solo,
para mi pura incomprensión.

Eres tan poco lo que eras.
Tu azul habla en plural y balbucea
Yo te meto en una caja
espolvoreada de mudanza.
Allí estás con tu ex azul
Comprensible, completo.
Allí permaneces
deshaciéndote en el fondo
con tu sonrisa naif y tu hojarasca.

Ya en la otra orilla
Ya tu barco a la deriva
Te miro y sé que no voy a volver a mirarte.
Adiós antiguo todo
perfecto iceberg en el fuego del recuerdo.
Mi mirada ondea pañuelos blancos
tu azul transita al gris en una lágrima.

Quisiera remojar los pies del alma
en ese mar, el último, de pronto.

sábado, 15 de junio de 2013

Era la madrugada del domingo, no podía dormir, hinchado mi insomnio por el recuerdo de un viernes de junio en el que reímos a carcajadas después de hacer el amor. En la nevera quedan aún chocolatinas suizas, zumos de piña y uva. Me hago una pequeña trinchera de víveres innecesarios, te pienso con tanta fuerza que me estallan los dedos. Tras la voz de Drexler llegan centrífugas imágenes en tu casa. Allí nos tienes tratando de hacer útil el sacacorchos, bailando una lenta cerca del fregadero, llenando de espuma la bañera, de gritos el techo, las cortinas. No puedo dormir,  por eso me siento delante de la ventana. Tiene una mano de madera llenita de surcos en los que puedo leerle el pasado.  Tantas veces he anulado mi descanso para ser un cuervo de la noche, un ave de paso en el jardín más oscuro. Descubro tras sus huecos algún otro transeúnte noctámbulo con la luz encendida y los sueños apagados. Qué estarán haciendo mis hermanos de la noche. Qué estarás soñando tú, con tus pequeños párpados que laten intranquilos, mariposas en su último expirar que cambian los designios de las olas, las uñas de la luna.

No se puede curar el insomnio pero sí la inapetencia. Y joder cómo me apeteces. Me he deshecho de esa lucidez terrible del que se sabe solo y he vuelto a cantar mientras friego los platos.
  

Vuelvo a tener miedo. Y eso es sano. 

jueves, 13 de junio de 2013

Abrí la boca a este  infierno líquido de vino.
Ya no tenés piel.
 mi Magritte por acabar.
Esa masa acuática
que salpica y chapotea
al borde de la mañana
Un impulso cárnico te escribe
te configura los labios
como un cielo recortable
en el que engancho mi contracielo dactilar.
Entonces caíste, caímos  
lluvia fina de domingo
en la permeabilidad del deseo.

miércoles, 5 de junio de 2013

Cae la noche,
blanda nieve virgen,
sobre la corpórea dimensión
pre-lunar de tu espalda.
Fugan los astros epidérmicos
en ese cielo tuyo
donde pones el grito.

Luego, dictas verdes misterios,
perdona, quizás sean marrones
en este espacio de tela blanca
no cabe otra luz.
Respondo a tus enigmas con las uñas
Vibrándote arañazos de colores.

Cae la noche
y me veo nacer
en el aire que entrecortas,
y recolecto para ti
con los dedos el ocaso
dejándolo caer sobre tus muslos.
Ahora soy yo la noche,
ahora soy yo la boca tuya
la que tienes tras la boca
que me llama.

Y no podemos eludir
el garabato mutuo
el tachón mojado que nos configura.

lunes, 20 de mayo de 2013


Se convoca reunión de vecinos
Gira el pomo, otra vez llueve.
La mujer se cubre la cabeza con un plástico
La mujer tiene un anillo de oro
En el dedo que sujeta la bolsa de las verduras.
El hombre se sacude de gotas la minga
Los neumáticos se sacuden de gotas las juntas
Tú juntas los dedos, te crujes los huesos
El niño pega una patada a un pájaro
El pájaro no volverá a volar
El niño se ríe y se come una galleta
La muchacha llora porque el muchacho se ha ido
El muchacho es un capullo
Muchacha pasa del muchacho, jamás te quiso y eso se nota
Tú estiras los brazos, te cubres con la manta hasta los ojos
Te aterran las películas de miedo y los domingos.
Estás bonita despeinada y queriéndome un poco.
La planta se altera por el viento y no da más pétalos
Está cansada, mojada, triste
Como yo
Que no crezco y me encorvo hacia la tierra
Me contradigo, me reivindico
Se me ocurre mirar al cielo
Y el verano no viene
No quiere vernos las piernas. 

sábado, 11 de mayo de 2013


Figúrate qué bello
Verte irrevocable estar viviendo.
Coges el plato y lo dejas en el fregadero
Cruzas las piernas,
Te lavas siempre más las paletas que el resto
Escoges un collar que hace un ligero ruido
Colocas la ropa en la silla
Como un acto cosmogónico a la noche.
Bailas con las palmas abiertas,
disientes y giras tenue el cuello
Te das al mundo y no te mira
Y ya ves de qué parte del mundo vengo.
Nadie se da cuenta
Es todo tan ínfimo
Tan pequeño como para colgar de una oreja
Un brillito en la pata de un gato, un desliz milimétrico.
A veces se me ocurre
que ya casi eres más un personaje literario 
que alguien al que quise.
Otras veces te arrastro mentalmente
de este hilo silencioso 
que une como dos mitades exactas
mi palabra con mi propia vida. 

Ay no me resulta extraño
quererte
Por muy escarmentada que esté
Mi lengua de decirte.
Ni me parece descabellado
Que tú haga años que no me quieras
Que yo a cambio
te haga con mi cuerpo un poema
un ramillete de flores pequeñas
que tú pisas sin darte apenas cuenta
cuando corres al encuentro de quién eras.

viernes, 10 de mayo de 2013


Regresemos a ese lugar en el que nunca estuvimos. Solo para que la memoria se acostumbre y nos recuerde comprando palomitas en Portal de l’Àngel o haciendo pompas de jabón al borde de algún río. No pienso volver a mi niñez, a ti. Me parece demasiado temprano y me he dormido y voy descalza con mis pies oníricos a remojarme en algún charco seco. Te he soñado tanto que es imposible que no te despiertes a este lado de las cosas. A este lado en el que solo fumo cuando pinto con rodillo las paredes de tus piernas color malva. No quiero ser más un ser lógico, abro la boca de puro aburrimiento.
No quiero cinco minutos más para combinar la ropa, tres para elegir en el menú el primer plato que más le pegue a este salmón.
Ya está bien de pataletas y corbatas. De teorías solemnes sobre quién soy y como puedo llegar a mí haciendo un círculo en el suelo con otros perdidos salvables. No me salves ni te salves, ¿ No lo entiendes?

Me dan igual los orígenes del mundo, cómo se elevan los aviones o llegan mis letras a tus ojos a través de cien millones de cables invisibles. Todo lo que me liga a la vida no tiene explicación. ¿ Para qué? Deja que fume y te siga pintando tus patitas de alambre. 

sábado, 4 de mayo de 2013



Me escandaliza esta intromisión. Este espacio que tanteo a ciegas dentro de ti. Ha vuelto a llover. He vuelto a hacer la noche como quisiste. Las persianas de madera se desconchan ante el ataque lacrimógeno del cielo. Silba la cafetera. Desordeno mis papelitos para encontrar tu letra menuda. Para seguir tu garabato en el tiempo.

Sigo envejeciendo y este dolor nadie lo purga. Sigue afuera el ritual de paraguas y asco. Odio a los hombres que escupen cuando llueve. Y a las señoras mayores que odian su vida y dan codazos. Pronto seré una señora mayor que de codazos. Un hombre que escupa cuando llueve. Mientras sirvo la leche, la disuelvo en ese líquido marrón tan absoluto. Hoy he decidido odiarte. No me haces bien, ya no te quiero. Quizás no pueda jamás dejar de quererte. Por eso hago la noche y junto frases inconexas. Por eso chupo la cucharilla y la dejo en el plato. Qué podría perder si te olvidara. Si este contrato invisible que hice contigo, Lucía o Lucifer, no fuera para tanto. Qué pasaría si este lapso concreto de desunión fuera un infinito mar de repeticiones. Y si. Y si. Y si. Voy a apagar la luz. Harás bien en apagarte con ella. Ahora duérmete en mi pecho hasta que te olvide. Cierra los ojos para que deje de soñarte. 

Octavio Paz.


El poema prepara un orden amoroso. Preveo un hombre-sol y una mujer-luna, el uno libre de su poder, la otra libre de su esclavitud, y amores implacables rayando el espacio negro. Todo ha de ceder a esas águilas incandescentes.
Por las almenas de tu frente el canto alborea. La justicia poética incendia campos de oprobio: no hay sitio para la nostalgia, el yo, el nombre propio.
Todo poema se cumple a expensas del poeta.
Mediodía futuro, árbol inmenso de follaje invisible. En las plazas cantan los hombres y las mujeres el canto solar, surtidor de transparencias. Me cubre la marejada amarilla: nada mío ha de hablar por mi boca.
Cuando la Historia duerme, habla en sueños: en la frente del pueblo dormido el poema es una constelación de sangre. Cuando la Historia despierta, la imagen se hace acto, acontece el poema: la poesía entra en acción.
Merece lo que sueñas.
Te prometo el olvido más pesado.
La indiferencia más tenaz.

miércoles, 1 de mayo de 2013


La noche no pide perdón
 me quiere en su garganta
para llorar adentro
sin que se vea.
Me hila los ojos
Será mejor que me apague la boca
O que la llene hasta arriba de pececillos rojos.
Que la llene hasta decir basta
Y escupa los peces
Y te escupa a ti
Con ese desprecio
que solo sabe mi palabra acuática
cuando se junta con la noche
casi tanto como tú obstinada. 

viernes, 26 de abril de 2013

C.Maillard.


En los bordes del sueño abre
los ojos. Sin abrirlos. Algo
despierta,
la conciencia de una
continuidad.
De otra
continuidad. Y, entonces,
el milagro: la hierba.
Bajo los pies, creciendo.
¡La hierba!



miércoles, 24 de abril de 2013


Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son. 

( Julio Cortázar)


Recién ahorita me he peinado y perfumado. Me he puesto la ropa acorde con mis prejuicios y he salido a la calle a enfrentar la primavera. Pétalo a pétalo y la flor me queda grande. Ramillete a ramillete y no me quedan más excusas. 
Después del amor, no puedo pedir una infusión, llegar tarde a la facultad, decir "lo siento, el tráfico". ¿ A quién carajo le importa?
Cómo soy lo que no soy. Ojalá supiera ser otra cosa después de este colapso. No te entiendo y no te quedan más señales. Abro tus libros por una página cualquiera, todos ellos llueven sobre los pies de mi cama después de haberlos besado. Todos ellos me mojan, lluvia de letras, sopa de letras, escurridiza suerte literaria. Todos ellos me poetizan, me doblan como la esquina de un libro. Precisamente uno de los tuyos cae más allá de este precipicio de 20 centímetros, el colchón y el suelo, la madrugada y mis ojos. Y sueño Julio, claro que sueño.  
Y es que siempre dices idioteces resultonas, te creo y junto las manos y remolco mis carencias y me vuelvo a vivir como si fuera tan sencillo como lo dictas. 
Pero Julio, qué. Dime se fueron nuestras Magas o no existieron. No aceptaste más preguntas, apagaste el cigarrillo, luego la lamparita, luego tu cuerpo se cerró a la vida cronopio a cronopio.
Preferiste la huida del tiempo y la boca de tierra. Me dejaste sin saberlo con este marrón más vital que poético, ya ves. 





martes, 23 de abril de 2013

Martí i Pol.


Vetlla l'espai de mi que et configura
i així sabràs que mai no s'interposa
entre tu i jo cap llei de melangia.
No et recordo enyorós: t'estimo en una
dimensió de mi que no sabia
potser perquè el teu cos me l'ocultava.
Ara m'atardo amb tu sense tenir-te
pels blaus i verds lentíssims de la tarda
i pels ocres tendríssims del poema.

lunes, 22 de abril de 2013





Des cel obert
a s’horabaixa d’un somni
 on te crido.  
Tu car, clar de lluna.
infles sa roba per vestir
amb nua tendresa es llit,
vaixell de lli.
on es teu cos llarg
Ofegarà sa por
en un mar de fum i de literatura.

Jo tenc aquest costat des mar
la certesa d’estimar.
Com ses arbres
Tenen es vent mistral
Com mons dits l’enyor
Des teus cabells.

I en sa nit
Te faig nèixer de nou
Si tanc ses ulls
te germin
arran d’aquella terra bruna
que te creix vora del foc.
( on sos llavis siguin)
I el te don
Allò que deim oblit
Lo't donaré,
maldament te quedis
Sa meua part…

Jo ja he oblida’t com te s’oblida

miércoles, 17 de abril de 2013

Acaso
será tan sencillo como decir "lluvia"
y que me lluevas.
Y que yo olvide el paraguas
o traiga en su lugar un colador.
Y que la piel abra su universo porado
y te cueles por una de mis estrellas
hasta lo más remoto de mí

Tan sencillo resultaría
no volver a decir "yo"
Ser tú
aquí dentro
líquida materia
fragante omnívora de sueños
que vas llenándome en silencio
gota a gota.

Myriam Reyes

Nunca más regresaste a casa

desde agosto. Tu lugar en la mesa quedó vacío.
Coleccioné nombres de lugares distantes,
dibujé sistemas de coordenadas,
regresé a las regiones endémicas de los sismos,
a la soledad unívoca de los márgenes de los ríos,
al silencio radial de las magnolias.

Digo: los días son todos como para morir.
Ninguno de los recuerdos que tengo de ti
puede negar esa evidencia.

lunes, 15 de abril de 2013

José Ángel Buesa



Ella amará a otro hombre.
Yo voy lejos, andando hacia el olvido.
Y puede suceder que alguien me nombre,
pero ella fingirá no haber oído.

Ella amará a otro hombre, el tiempo pasa
y el amor finaliza,
y es natural que lo que fue una brasa
acabe convirtiéndose en ceniza.
Aunque nadie lo quiera,
envejecen las vidas y las cosas,
y es natural también que en primavera
los rosales den rosas.
Es natural.
Por eso,
ella amará a otro hombre, y está bien.
No sé si ya olvido mi ultimo beso,
ni me importa con quién.

Pero quizá, un día,
oyendo una canción,
sentirá que esa vieja melodía
le cambia el ritmo de su corazón.

O será algún vestido
que yo le conocí,
o el olor del jardín cuando ha llovido,
pero algún día ha de pensar en mí.

O puede ser un gesto,
un modo de mirar,
o ciertas calles, o un botón mal puesto,
o una hoja seca que voló al azar...

Y de alguna manera
tendrá que recordarme, sin querer,
escuchando unos pasos en la acera
como los míos al atardecer.

Será en algún momento,
no importa cuando, a donde, aquí o allá,
porque el amor, por parecerse al viento,
parece que se ha ido y no se va.

Y si ese momento ella suspira
y él pregunta por qué,
le tendrá que inventar una mentira
para que nunca sepa por qué fue.

Ella amará a otro hombre; joven, bella,
tiene que ser así.
pero aunque él la amará más que yo a ella,
¡ella no podrá amarlo más que a mí!

domingo, 14 de abril de 2013


Yo me reverbero en un tiempo sin nombre o quizás en un nombre sin tiempo. Soy aún aquella mujer del pulóver grandote encubre manos. Quizás vos siempre supiste demasiado de mí y es por eso que olvidás de qué color miro al color con el que te asustás o  te resguardás de la lluvia.  Sigo siendo aquella muñequita de voz lenta, cómo te gustaba jugar con ella a estar viviendo.
Y no, no sé disimular, sigo con la misma curvatura de espalda después de las seis, sigo contando con los dedos. Casi siempre le pido al café un compañerito con las extremidades de cacao. Vos sabés mejor que nadie que la soledad debe sorberse a tragos cortos o que lo amargo pasa mejor con un bocado dulce. Sin embargo, yo soy un trozo de pasado aferrado a la garganta como un llanto rencoroso…Pido disculpas desde aquí sin hacer cruces con los dedos. 
Soy aún aquella mujer que arrastra los pies por la ciudad. Confieso que la traigo a casa con los zapatos. Con ella al descalzarme descubro: piedras minúsculas, briznas de hierba y el rastro de los huecos que dejaste. Fíjate que no pueden salpicarse los huecos ni ponerse a lavar los zapatos.

Cambian los pasantes, se sientan conmigo en los restaurantes, me persiguen en pubs, trazan mi sombra en las sábanas. Pero para ser fiel a aquella mujer que soy finjo sin éxito ser otra y es la pescadilla que se muerde la cola. Qué pescadilla más boba. Cambian los pasantes...y qué, sigo limpiándole las migas a la mesa para ahorrar trabajo a alguien más triste que vendrá después de puntillas sobre un silencio con olor a valleta.

domingo, 7 de abril de 2013


Porque es tarde y los ojos se me mueren.
Porque vienes con tu sombra, sueño,  y me sombreas.
 Porque la madrugada te sabe,
 hincha mis palabras que te vuelan.
 O porque al aire se le olvida respirarte
y muere antes que mis ojos.
 Porque el sofá prolonga mi cuerpo de tela en la tela
 y  el silencio amarillo me hace parecer
 un objeto inanimado que observándote me observa.
Porque después del morir va el soñar o viceversa.
Es tarde y los ojos se me mueren
Y tú, sueño, vienes con tu sombra y me sombreas. 

viernes, 5 de abril de 2013

Seremos siempre esta terca materia
que sacraliza lo invisible


La ciudad te acoge con sus altibajos naranjas, con su boca felina pronta a absorber la árida fragilidad del desierto. Mira, tú que puedes, a los tejados hilvanar los azules del cielo.
Libera endorfina.

La luz ha aprendido a sacudirse el polvo.
Y el vértigo, ese vértigo que va siempre unido a mi nombre, consigue atravesarte despacio, atravesar el espacio, aferrarse a tu estómago un minuto.
Tiembla conmigo, solitaria en esa cama para dos, cuando todo lo demás se apague. Antes de que la calma me fulmine de tu memoria, antes de que la vida victoriosa abra la noche entre los surcos del día.
Para cuando regreses a ese rincón entre los lunares de su espalda y los de tus manos, todas las estrellas te estarán observando. Y no envidiaré a nadie. O quizás a esos malditos astros que te ven dormir, a ti, su guía de ojos grises, en ese lado del mundo.


miércoles, 3 de abril de 2013

Pedro Salinas

Perdóname si tardo algunos años
todavía en dejarte.

Aprovechando la amistad de un ala
tan parecida al viento
que dio la vuelta al mundo en unas horas
vengo a recorrer la tierra en busca
del mejor sitio para que te quedes.

Probé primeramente
innumerables sombras vegetales:
la del ciprés en cuya negra losa
nuestra memoria escribe
los epitafios al mejor recuerdo;
la sombra de los chopos,
que es igual que bañarse o que temblar;
la del sauce tan tristemente seca
como el esqueleto de un llanto.
Y quería dejarte
protegida del sol y sus excesos
bajo ese amor que en una sombra hay siempre,
mas no encontré ninguna
–y he probado jazmines y palmeras–
con ese temple exacto
entre el calor y el frío
que es la felicidad para tu sangre.
Las sombras no nos sirven.
He probado, los hechos
de agua, de tierra o pluma,
que el mundo ofrece al hombre, vivo o muerto.
Pensaba yo en un mar donde estuvieras
a lo divino, ligerísima,
flotante y distraída,
toda puro blancor, como una espuma
sin pecado y sin rumbo,
jugando eternamente con su gracia
soltera y cuya edad
se hiciera y deshiciera, a cada onda.
Yo te habría podido
por las tardes mirar desde un delfín.
Pero los mares
no han aprendido todavía las tibiezas
que tu cuerpo merece
por haber sido amado lentamente:
son demasiado fríos, por la noche.
He recorrido playas
buscando arenas cada vez más finas,
como el que va buscando pensamientos
más claros cada vez, de un alma a otra.
Pero nadie sabrá
lo enormes que son todos
los granos de arena, sus aristas
el daño que hacen a los cuerpos tiernos,
si no ha querido como quiero yo
deja a un ser sobre su misma dicha.
Pensé en maravillosas cuevas hondas;
entré, pero los ojos,
a los dos días de vivir allí
se sentían heridos
por la implacable claridad, por esa
luz tenebrosa y dura, luz sin sol,
sin luna, luz sin padres, sin entrañas,
tan idéntica a otra
de que vamos huyendo en esta vida
porque nos quita la mejor ceguera
a fuerza de evidencia dolorosa y clara.
Y yo nunca he querido
dejarte en nada que dolor parezca.
Desesperadamente
entré en los almacenes
de más pisos del mundo, preguntando
por camas, por divanes, por cojines.
Los cojines a veces,
según me han dicho, están rellenos
con sobras de los sueños, con retazos
de algunas ilusiones sin empleo,
que las personas débiles entregan
a cualquier precio, por estar tranquilas.
Por eso a ratos nos consuela tanto
reclinarnos en ellos y sentimos
su blandura como una compañía.
Pero dejarte así
es como si siguieras
en donde estás todas las tardes, en tu casa,
de cinco a seis, bajo ese techo blanco
en donde tu mirada
escribe sin que llegue la respuesta.
Y yo quiero dejarte
bajo techos que siempre te respondan.
He mirado las manos, muchas manos.
Las manos son muy grandes y se puede
dejar a un ser entero en unas manos,
lo mismo que se deja
nuestro futuro si tenemos fe,
en nombres de dos sílabas abiertas.
Pero las manos casi nunca saben
estar abiertas, siempre tienen ansia
de apresar, de cerrarse, haciendo suyo
eso que en ti no quiere ser de nadie
y que igual que los ampos de la nieve
a mí se me deshizo entre los dedos
por quererlo guardar. No encontré unas
que supieran estarse, invariables,
tal como tú las quieres, todas palma,
como están las llanuras para el cielo
que en ellas vive eternamente libre,
entregado a su azul.
Y además en las palmas
hay líneas extrañas
que marcan rumbos y que trazan sinos,
que no entendemos bien. Y si te dejo
quiero dejarte en algo
tan terso como un lago
antes del primer viento de este mundo,
donde tú sola inventes tu destino.
Unas manos conozco
donde podrías descansar a gusto,
si no fueran las mías. ¡Sí, qué sueño
entregarte a mis manos,
como si fueran otras, y otro yo!
En nuestro ser mortal ya no he buscado
después lugar donde poder dejarte.
Ni siquiera en aquella coincidencia
de un pecho, de unos ojos, de unos labios,
tan de color de albergue,
que en ella te solías tú dormir
con ilusión de eternidad, por techo.
Porque allí ya estuviste, en unos ojos,
en unos labios, en un pecho abiertos
cuando ellos intentaban ser
el paraíso de tus ángeles
donde sus alas nunca más pidieran
otro aire en que volar.

Y como lo pidieron, ya por último
pensé dejarte en un camino.
Las sendas que probé te están estrechas:
acaban siempre en cuadros de familia
cuando a las once la emisión de radio
se ha terminado y hay que ir a dormir.
En los trenes ya has ido,
en los trenes nocturnos
donde dan el billete con su sueño,
y donde tú nacías,
tan bella y tan desnuda a la mañana,
como la última Venus,
sobre las ondas de ese mar metálico
que es la velocidad de los expresos.
Y el adiós, el dejarte
en el andén de una estación, como otras veces,
por bonitos que sean los carteles
donde anuncian los cielos de llegada,
crearía en mi pecho
el mismo error que el mes de mayo inspira:
y es que puedes volver. Y ese fatal
horizonte de antes: la esperanza.
Y de los barcos ya se sabe todo
desde que traicionaron a los vientos.
Salen a fechas fijas,
dejan siempre en un puerto
todo lleno de hoteles
con enormes letreros luminosos
que dicen Franklin, Monopole, Minerva,
mucho más tristes que la Vía Láctea.
Y ya no hay esperanzas de naufragios.

Por eso
perdóname si tardo
todavía en dejarte y si te miro
hasta el séptimo cielo de los ojos,
atentamente, sin llorar, sereno,
en busca de una estrella o de un quizá,
donde estuvieras bien. Y mientras tanto
aún seguiremos juntos,
unos minutos más, hasta las siete.

Antonio Carvajal

Porque si tú aceptaras este ramo de rosas,
este jazmín de luz, el sueño que me quema,
como acepta el silencio la voz de mi poema
y el tiempo es recibido sin dolor por las cosas...

lunes, 1 de abril de 2013


In fraganti,
me ha pillado a solas
el mes de abril.
Mi soledad enfila tan de vacío
 las veredas.
Sin reparar en las manos cruzadas
En el polen y la casuística de verter
labio sobre labio
labio sobre cañitas
que sorben  jugo de la fruta fresca.
Mi soledad no quiere respuesta alguna
Solo el descenso de Dante
La debilidad ante las flores de las ramblas
Que premeditan el amor
Poniéndole una fecha.

Adiós soledad
Que ya no quieres ir conmigo tampoco.
Y eso que compartimos almohadas y lluvia
Y nos dijimos palabras agudas llenas de frío
y eso que me mascaste despacio
para después escupirme sobre la oscuridad del cielo.
Pero yo me quedo con tu luz
Para iluminar tu belleza
Que ha atardecido de ego.
 Para incendiar
las palabras de poetas
Que hablan de tus ídem
Bajando como tú
tan de vacío  las veredas.

Alejandra Pizarnik




Muchas veces  me imaginé cómo me expresaría si fuera pintora. Lo sé: como Emil Nolde. Hoy vi las bailarinas (rojas, malvas, deformes como seres no nacidos aún) huyendo y danzando entre velas y cirios enloquecidos por el viento lila y azul y celeste y violeta. También vi algo de Minch, que asocio fuertemente con Kafka. Esos rostros vacíos a causa del miedo paralizador, avanzados por una avenida transitada por seres-sombras, cuerpos sin caras. Esos rostros fijos, “con el miedo pegado a la piel como una máscara de cera”. Lo más impresionante es la perfección fúnebre de la vestimenta. (Mi sueño con mi padre que se viste con más elegancia que nunca, cinco minutos antes de acudir a su cita con la muerte).

Entonces, después de mi deseo de llorar de miedo por el miedo improbable de mi madre a causa de mi evasión pensé en esa persona de la que no quiero enamorarme. Y las ganas de llorar subieron porque supe, más que siempre, que esa persona puede salvarme, si tan sólo me amase. Lo cual es imposible porque si me ama desaparece su imposibilidad y mi amor, por consiguiente.

domingo, 31 de marzo de 2013



Las raíces esconden alacranes y tarántulas
Levantan el cemento
Obvio
Los árboles tienen cosquillas
quieren echar a andar
Volver a casa.
Suben y destrozan las entradas del garaje
bordean con sus dedos secos
la orilla por donde la luz es madre
pero ay de la luz
revoloteadora de vida
qué poco le dura al hombre
en las manos.


hay un niño en la sombra del Taj Mahal
que vende zapatos y va descalzo
ha aprendido antes que yo
a llevar su luz siempre consigo. 

martes, 19 de marzo de 2013


Está tan sola la noche que debo llenarla. Pero cuando callo un largo tiempo me duele la voz y se me van las ganas de hablar. Ya nunca estás y las palabras fracasan si deben procrear desde tu nada. Desde tu nada descreo de la poesía ya. Alimento mi mal genio con esta suerte de texto en el que imagino te quedas como un pajarillo en su reposo de tres minutos. Si todo fuera mar o un silencio inmenso, dónde te podrías posar, estúpido pajarillo. Te alcanzan los peces. Eres un pájaro mojado en la barriga de un pez. Tan libre que resultaste y mírate, otra vez en el exilio.
 No creo en la poesía, lo dije y lo digo. No creo en ti. Eso me pasa por abrir la boca. Debo crear para parecer que existo. Existo pero no pienso. No quiero pensar más solo para que se vacíe la noche, ahora medio llena en mi afán positivista.
Seguro has olvidado esta ciudad, y sin embargo, ella genera controversias de tenerte desafiando a la lógica y a la física. Eres los cuerpos ajenos que cruzan la Gran Vía. Los discos que suenan en las heladerías. Ayer un niño me regaló una flor de asfalto, de esas que son más hoja que flor. Pero de igual modo yo me sentí vivir. Algún niño te regalará flores pronto, no temas, sé que no has olvidado la ternura.
Por lo demás, aquí todo sigue igual, todo estará igual cuando regreses aunque a ti te parecerá más pequeño. Siempre ocurre. Sé que eres feliz pero me llamas. Escucho mi nombre en tu boca, lo siento en mis párpados antes de que empiece el día. Te escucho nítidamente, por ese motivo no he abandonado ya este teclado y he mandado al carajo a estos dedos que no escriben más que bobadas. Te quiero con la más absoluta de las prescindencias pero mucho más que a todos mis imprescindibles. 

Valente





Hay una leve luz caída
entre las hojas de la tarde.
                                               Dame
tu mano y cruza
de puntillas conmigo
para nunca pisarla,
para no arder tan tenue
en sus dormidas brasas
y consumirte lenta
en el perfil del aire.

lunes, 11 de marzo de 2013

Principio de Oquedad.


El último silencio
te decía
El infinitísimo silencio
 tenía
tu voz antes de irse.
Ahora vivo en un mundo
de cosas que callan contigo
en un lugar de acontecimientos indecibles.
Soy los ruidos sin nombre
las afonías de los muebles,
las cañerías que gotean y asustan
y dan sentido a la noche.
La que se mira en el espejo y no te encuentra
la que en el hueco ensaya tu ausencia
como si pudieras oírme 
muda, recién yo
persisto en esta ingenua flexibilidad de la luz
efecto de hondura en mis palabras
que ya no ruedan en la hierba como antes
porque te has ido y el silencio no sabe a que atenerse. 

(tachado)
Como si un eco de mí resistiera 
en la memoria de tu piel
letra a letra.
Y no. Y no. Y basta.
El cielo nimio del recuerdo
Guarda, además de ti, lo que ya no vuelve.  



jueves, 7 de marzo de 2013


se poetiza el papel pintado
se astilla la noche
se ironiza sobre la muerte
se congela el semen
se hacen llaves
quién es este se que se escabulle
oropel de excusas
que no nos conducen más que a nadie.
todo sea
dicho de paso
para no tener que decir YO

Me incluyo
me bajo del carrusel de ternuras
Me despersonalizo
también tengo miedo
me persiguen verbos copulativos
pájaros que copulan y traen más pájaros
quise ser uno
qué repugnante sonido de aleteo
qué miedo de pájaros

Se acerca el pedestre invasor.

martes, 5 de marzo de 2013


Apoya tus disculpas en la noche y llora.
Que este miedo inspire un garabato y vuelve.
No tengo el antídoto, no vengas a mí suplicante.
Todo lo que te atormenta
Nace en ti y a ti regresa.
Reinventa otra excusa para dolernos.
No metas a Orfeón en esto.
Sucia, egoísta, mitómana, ninfómana, toxicómana
Ni siquiera recuerdas a qué huele la lluvia
A perro mojado, a tierra.
A escupitajo, a lágrima, a trapo.
No te responsabilices jamás de mis obsesiones.
Escribe automáticamente sobre la muerte
creada para tu deleite, exactamente como quisiste.
Tira la piedra de la locura más blanca
Y esconde esa mano negra
que me da de comer para que la muerda.
Esa mano dijo una vez NO
A la madre, al tiempo, a las palabras
Y me hundió a mí en la tristeza más rotunda.
Yo que siempre tuve madre y tiempo y palabras.



lunes, 4 de marzo de 2013


Me gusta esta ciudad por qué se hace pequeña cuando llueve. Qué verdad más sencilla. Alguien me la dijo mientras alargaba un cigarro en la tarde. Después vino a sus mejillas el rubor propio de quien lanza al aire una receta tan simple (puede que siempre enrojezcan los mismos al decir la verdad: los semáforos, los niños, los borrachos, los insensatos. Todos menos tú). 
- Seguro que piensas que es una locura - decía y la ceniza no cesaba en su empeño de equilibrista y le iba creciendo al borde del cenicero como una pestaña. Entonces sonreí. Pensaba que nadie más se había dado cuenta. No fumé aquella tarde ni nunca pero hubiera deseado tener una gran boca de humo en mi cuerpo todo hecho de mentiras. 
Puede que esta ciudad sea tan tuya por qué asimilas de la misma manera la lluvia y al decir la verdad o al omitirla te vuelves naranja. No sabes cuánto me horroriza que no sea solo don Quijote quien tenga crédito para enloquecer por el tiempo. Que llegues y te duela el frío más que a nadie o que la lluvia te perfile y anaranje como a una calle. Me da miedo la vigencia de la teoría de los humores. Que el invierno te convierta en reductible. 
- ¿Y mi sol?- Chillas y te encoges. 
- ¿Y el placer de vivir en un mundo de cosas que resbalan? 
(Odias que conteste siempre con otra pregunta. Te vuelves todavía más naranja)

lunes, 25 de febrero de 2013

http://www.youtube.com/watch?v=pf0rY1y2vws

simplemente no soy de este mundo, habito con frenesí la luna...





( Últimamente tomo el metro a las cinco. La gente concentra el frío en los omóplatos y se encoge sobre las butacas azules. Copias a máquina que se teclean en los vagones. Qué feroz culpabilidad acomete a la gente a las cinco de la tarde.  Tapan las portadas de los libros con papel de periódico. Tosen en voz alta. No tienen nada que decir y envuelven con palabras este silencio tan grave. Este silencio tan grave me lleva a ti con una insistencia mezquina.
es tu recuerdo y no el invierno quien me entumece las manos.  Puede que estés esparcida por algún lugar tras el océano. Pero yo te siento en mí como un puñado de piedras. Hunden tus piedras mi cuerpo en el cuerpo evanescente del río.
Entra una niña, juega a tu ausencia. No eres tú pero algo tiene de ti. Algo tiene de esa niña que aun no conozco y duerme en mi memoria. La que salta a la rayuela y recorre descalza planetas de cortina. Cuántas sombras anidan en sus ojos.  Quiero al pájaro negro que anida en tus ojos o en los suyos (quién pudiera diferenciar dos pájaros idénticos). Nadie merece que le regalen un pájaro. No merezco sus ojos verdes, grises. Tus ojos azules, grises ¿No lo sabes todavía?
La mujer que hay en la niña tiene los ojos transparentes. Ella se merece sus ojos desde ella al mundo, ellos que todo han visto detrás del balbuceo y el alquitrán. Que echen a volar sus ojos. Hay un cielo de preguntas que espera.) 

martes, 19 de febrero de 2013


ya está dicho
todo dicho
incluso que todo está dicho
no hay más letras que juntar
no hay más tinta que esparcir
sobre la fina palma de la celulosa.
No hay pronósticos. Ni idearios.
No hay amores de cerca o de lejos.
Dolor alguno que pudiera desdecirse
o traducirse o revolverse o perpetrarse
de otro modo.
No hay tristeza
que pese tanto como para quedarse en el fondo.
Y la inspiración, no la mía, la de todos,
esa antigua parturienta de dedos inflados
tiene ahora un hueco en el útero.

Y cómo huir de esa caverna
de esa húmeda mucosa de versos ya dichos
capaz de enfermar
a quiénes no entienden de poesía.
Cómo emanciparse de esa egolatría
de falso erudito
escribe-en-vertical.
Cómo no amontonar metáforas resabidas
si leemos a Rimbaud, a Verlaine
y nos sentimos libres
en una bella jaula de tristezas.
Libres como para fingir no haber dicho:

Nadie estuvo aquí, al raso,
cuando tú eras la agonía en la noche,
el tiempo, un frío más azul.
Ninguna caligrafía salió de mí
se recostó conmigo
cuando partió el tren de la vida
y te llevaba.

Y sin embargo, de nada sirve. Nada de todo esto me gusta.

Quisiera morir en la boca de Alejandra.

jueves, 14 de febrero de 2013

Aunque insistas en la luz
hay una sombra que te dicta.
Resigo, resigo tu sombra.
Llegaré a la luz.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Voy a hacer como que retrocedo
como que no coincido en esta horrible falta.
Tú me lanzas un bloque de hormigón
y yo invisibles palabras de agua
que resbalan sin que lo sepas por tus empeines.
Algún día sabrás que te he querido
que en un jarrón hay un bouquet du fleurs pour toi.
Caen mis palabras ahora sobre una superficie imantada
Escríbeme de vuelta,
llévame a una historia en la que te merezca.
Algún día sabrás,
lo pronostico
que ardo bajo la noche
bajo la nieve ardo
y no me quedan más silencios
para apagar tu ausencia
para aliviar esta lejanía en carne viva.



martes, 5 de febrero de 2013






A quién sino a ti
deberle la Klee
que abre enormes portones
por donde la luz dice azul
y se sonroja por no ser aun el revés de un anagrama.
Tú que sabes mejor que nadie
volcar el día como una vieja
vuelca un bolso para limpiarlo
Tú que hallas a la primera
en lugar de caramelos y pomadas
(fíjate solo con cruzar la calle)
un matojo de pies
que no ponen en voz alta la ruta
dos ruedecitas de carro que soportan
todo el peso de una mañana en el mercado
con sus tres tarros de mermelada
sus tiernas habladurías malintencionadas,
su perejil y sus consejos gratuitos e inservibles,
sus fresas, al fin, y el sol exacto
con el que poder restituir el reinado de la primavera
bendecir las tostadas, la ropa limpia,
maldita sea, 
el hermoso movimiento de tus manos.
Y si aun nos quedan fuerzas
para fingir una vez más 
que no nos queda un febrero menos
puede que estemos a tiempo
de no volvernos aquidistantes.

martes, 29 de enero de 2013

Las carpas se han comido las palabras. Cuesta un poco creer que prefieran desnudar el silencio y salpicarlo con su grácil elemento acuoso sobre ese ajedrez ya sin pies, ni mochilas, sin reinas cabizbajas ni profanaciones al sagrado magnetismo de la literatura.  Como yo, el cielo se ha creído ese silencio y agacha  su cabeza nubilosa, parece cansado de zurcir horas de luz pudiendo agazaparse en la noche como un niño. Quizás para equilibrar las cosas me vuelvo funámbula de esa oscuridad reciente, viuda en ese velatorio de sombras y cortezas. Entonces me apoyo en mi pequeño altar de arcuaciones que se repiten con el mismo tesón que la eternidad de la piedra. Varias curvas después poseo los misterios de la tarde. Tiene rostro ya quien susurraba versos lorquianos recostándolos en mis plegarias como el pajarillo que se nutre de los dientes de un cocodrilo. Entiendo de espirales concéntricas de estanque, de zapatos blancos y fregonas, de manos que enganchan carteles en el muro, de sorbitos de café de 60 céntimos, de bolsos de piel sintética que no engañan a nadie.
Luego te veo pasar sin mirarme, ajena a un altar que no incluye ni cirios ni certezas con las que asegurar tus límites. Debe ser por eso que no me has visto con las manos bien juntas, confiando mi cuerpo a mis rodillas y mi alma a tu forma de andar sin mirarme.

domingo, 27 de enero de 2013



En el fondo siempre supimos
que uno de aquellos estrechos patios
sujetaría con sus brazos de alambre
nuestra colada un día.
Y que al hervir café
se escucharía un silbido
y quién va a ser sino el domingo
querellando contra el tiempo
por querer ser siempre
un poco más largo.

qué voy a hacer sin ti
ahora que sé que existes.

sábado, 26 de enero de 2013

No nos hizo falta que el sol nos transluciera los motivos. Solo asomarnos mutuamente, atravesar el dolor como un mago con espadas un contenedor de mujeres semidesnudas. Jamás fuiste la Maga. No hundiste tu mano en la nieve, ni pusiste tus sucios pies descalzos sobre el ladrillo mientras el tocadiscos llovía jazz sobre tus labios. Ninguna Madame Leonie te cogió la mano para leer la mía y jamás el Pont des Arts interrogó con su hierro a tus heridas.

 No fuiste tú la que pronunciaba Rocamadour fijando la lengua a los dientes, hueso que encuentra en la carne un húmedo huésped de dos segundos. En nada te pareces a una frágil flor amarilla, ni te sería suficiente un bizcochito, una pelusa.

 Pero este día, en el que veo a tu cuerpo estirado recortarse tras el muro del portal. Pero este día en el que socorro a tu mirada y sin querer lloro, y siento como me arden de pura tristeza las orejas. Y me marcho en el silencio más sonoro porque entiendo que te vas y conozco tu dicha y envidio al océano desbocado que esculpirá pasiones sobre tus dorados muslos y no será el océano sino alguien que te estará queriendo más de lo que yo supe. Pero este día, entiendo al fin que no nos hizo falta nada más. Que jamás serás la Maga y sin embargo, Maga mía, nada puede sujetar ni tanto amor ni tanta ternura.



http://www.youtube.com/watch?v=guvY8Qbac7E)